
Recuperemos la Reverencia en la Eucaristía
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Recuperemos la Reverencia en la Eucaristía
La Eucaristía es el centro de nuestra fe, el momento en que recibimos el Cuerpo y la Sangre de Cristo con profundo respeto y devoción. Sin embargo, en tiempos recientes, la falta de vigilancia y la pérdida del sentido sagrado han llevado a situaciones lamentables, como el robo y la profanación de las hostias consagradas.
Para restaurar la reverencia que siempre ha debido acompañar este sacramento, es fundamental que la Iglesia recupere prácticas que fomenten el respeto y minimicen los riesgos de abuso. Una de estas medidas sería volver a la antigua costumbre de recibir la Sagrada Comunión de rodillas (en un reclinatorio) como antes y en la boca, con la hostia mojada en el vino consagrado, siguiendo la práctica tradicional que aseguraba una recepción digna y protegida.
Quienes, por razones de salud, no puedan arrodillarse, deberían al menos recibir la hostia en la boca, evitando su manipulación con las manos. Asimismo, sería prudente contar con ministros o personas encargadas de vigilar que ningún fiel retire la hostia de su boca para otros fines ajenos a la comunión.
La Iglesia tiene el deber de ser más vigilante y diligente en la custodia de la Eucaristía, para que este sacramento no sea objeto de sacrilegios, sino de profunda adoración. Es hora de recuperar la solemnidad y el respeto que merece la presencia real de Cristo en la Eucaristía.